Si en un lugar se respira teatro, es en el Coliseo Podestá. Es una sala entrañable, porque además de su jerarquía alberga una historia de pasión por el circo y el teatro.
En 1913 Don Pepe Podestá compra parte del Teatro a sus hermanos y queda como único dueño. Los “Podestá”, afianzados ya como una compañía de teatro, dejan detrás su condición de artistas circenses pero no de trashumantes, y deciden remodelar el edificio en su planta baja.
Fue así como el viejo “Olimpo” dejó su condición de teatro-circo para convertirse en una renovada sala de prosa y vestirse con sus mejores galas.
Sobre la arena del circo se construyó un nuevo piso con moderna y sofisticada tecnología. Esta nueva etapa marcó una época en el Coliseo, donde se realizaron bailes de carnaval y primavera.
En la actualidad es parte del patrimonio arquitectónico y cultural de la Ciudad. Su sala se ganó un gran prestigio en el circuito teatral del país.