Noticia: ElCierreDigital.com
Jaime blanch nació en 1940 en Madrid, y con tan solo 13 años ya se convirtió en niño prodigio del cine español con películas conocidas como Jeromín o La Guerra de Dios. Pertenece a una familia de actores y lleva más de medio siglo de carrera artística, ha trabajado regularmente en el cine, el teatro y la televisión, labrando así una extensa carrera interpretativa. El 24 de septiembre, a sus 81 años, Amithe le otorgará el XXIV premio ‘Pepe Isbert’ en el Teatro Circo de Albacete.
Jaime Blanch nació el 9 de septiembre de 1940 en Madrid, aunque actualmente vive en Olot (Girona) con su mujer, la también actriz Marta Puig. Pertenece a una familia de artistas. Sus padres eran dos actores conocidos, José Blanch y Concha Montijano. Sus tíos, también dedicados a la interpretación, Montserrat Blanch y Modesto Blanch. Su carrera comenzó a una temprana edad, cuando apenas tenía 12 años, a partir de ahí ha ido labrando un bagaje profesional en la televisión, en el cine y en el teatro. Sobre todo, se considera un actor de teatro, donde está curtido y tiene un gran prestigio, además de ser, según él, lo que más le gusta.
Jaime Blanch ha concedido una entrevista a ‘elcierredigital.com’ con motivo del próximo premio que recibirá el 24 de septiembre en el Teatro Circo de Albacete, el XXIV Premio ‘Pepe Isbert’. El galardón será concedido por la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (Amithe), presidida por Javier López-Galiacho. En la charla con este diario nos habla, además, sobre su trayectoria y los proyectos en los que está trabajando.
– ¿A qué edad empezó en el mundo de la interpretación?
– Pues como a los 11 años o así.
– ¿Qué significa la interpretación para usted?
– Pues un juego a la edad que empecé, pero después al cabo de los años cuando decidí dedicarme realmente a la interpretación es otra historia. Descubres lo que verdaderamente es el mundo del teatro. Es otro punto de vista y para mi significa mi trabajo y mi vocación, una suerte el poder haber vivido de ella y bien. Pienso que es un trabajo creativo que implica una dedicación que no todo el mundo entiende, como yo tampoco quiero entender a los oficinistas o a los banqueros, cada uno tiene su trabajo.
– Actualmente y con su trayectoria, ¿cómo se ve Jaime Blanch?
– Más sabio, conozco mejor los resortes, los medios y a mi mismo, lo veo con una serenidad que antes no venía.
En 1952 fue su primer debut con la película ‘Gloria Mairena’ de Luis Lucía, a la que le siguieron La Guerra de Dios de Rafael Gil, y Jeromín también de Luís Lucía, con el que también trabajó con títulos como ‘Caballero andaluz’, Ha llegado un ángel o Un marido de ida y vuelta.
En el mundo del cine ha rodado numerosas películas junto a directores prestigiosos como Antonio del Real en ‘Araña y cierra España’, Pedro Masó en La familia, bien, gracias o Álex de la Iglesia en Acción mutante y ‘El día de la bestia’.
A principios de los 90 formó parte de obras de teatro televisadas como ‘Estudio 1’, Novela, Tengo un libro en las manos o Teatro de siempre. A lo que le siguieron programas como La cometa blanca y series conocidas como Médico de familia, Siete vidas, ‘El comisario’ o ‘Aida’.
En el teatro, ámbito que más le gusta, se pueden numerar obras como ‘La venganza de don Mendo’, Una visita inesperada, La Alondra o Aquí hay un amigo, esta última con el mismo como director.
– ¿Qué supone para usted que la Asociación Nacional Cultural Amigos de los Teatros Históricos de España le haya otorgado el premio nacional de teatro ‘Pepe Isbert’?
– Supone una gran satisfacción y honor. Primero, porque siempre es agradable que te den un premio en reconocimiento a tu trabajo y segundo, porque viendo la lista de grandes actores y actrices escritores como Antonio Gala es una inmensa alegría. Es pensar también de dónde vienen los premios, una asociación de amigos del teatro que ha hecho una labor impecable con el teatro de Albacete, que es un monumento nacional, eso lo adorna mucho más, el premio es doble. Además, Pepe Isbert, al que tengo un gran afecto y admiración, tuve la suerte de trabajar con el y recibirlo de una asociación tan necesaria como esta.
– De las películas que ha realizado, ¿cuál le ha marcado más o de cuál se va a acordar siempre?
Yo creo que eso lo decide la gente. A mi me recuerdan por Jeromín, pero voy a cumplir 82 años y eso ya me pilla muy lejos. No soy partidario ni de la estadística ni de mirar para atrás, yo pienso que lo bueno esta por venir y lo de atrás ha pasado, no sabría decirte qué me gusta.
– ¿Cine o teatro?
– Teatro, por supuesto. En cine cortas y repites hasta que salga bien y a criterio del director, pero el teatro es como trabajar en el trapecio sin red; si te caes te has caído. Tiene un riesgo que es el que me gusta, el veneno del teatro y el contacto directo con la gente.
– Dentro de los géneros que ha interpretado ¿con cuál se queda?
– Géneros que sean creíbles. Lo que le pido a mi trabajo es que los personajes sean creíbles. Cuando yo leo una historia y me la creo soy feliz. Si la leo y no me la creo lo mas probable es que no la haga. Lo que quiero es que se sepan que yo soy un vínculo que trasmito lo que escribe un autor, lo manufacturo para la gente y para eso necesito credibilidad. La comedia me divierte y el drama me gusta, pero lo importante es que sea creíble.
Jaime Blanch en ‘Jeromín’.
Sus padres le impusieron un parón en su carrera cuando aun era un niño para que siguiera con sus estudios. Ya en la universidad y siendo mayor de edad, decidió dedicarse al mundo de la interpretación. Cuando estrenó, su padre le dio un sobre que ponía “¡Gilipollas! Vas a estudiar como si hicieras cinco carreras”.
– ¿Qué razón le dieron sus padres para congelar su carrera en pleno despegue? ¿Cómo fue retomar desde abajo? Y, ¿qué nos puede contar del papel que le escribió su padre?
– A mi me gustaba el cine porque no iba al colegio. Además, hacía películas de acción, montaba a caballo… Me divertía y vocación poca, tenia un profesor en casa, pero no asistía al colegio.
Ahora mismo se lo agradezco. El otro día veía un documental sobre los niños prodigio del cine español, entre los que me encuentro y doy gracias de haber tenido una familia que un momento de mi vida donde tenía varios proyectos para hacer dijeron que no y que tenia que acabar mis estudios. Eso es lo que siempre agradeceré, porque no sé lo que podría haber sido de mí. Yo estoy en este porque tomé una decisión con 18-20 años.
Lo que había hecho antes no me ayudo porque era de niño y yo cuando empecé ya era un adolescente, un señor, y empecé otra vez desde abajo.
Respecto al sobre, me parece una genialidad de mi padre y además una verdad como un templo. Yo le dije que me dedicaba al teatro porque no me gustaba estudiar y él me dijo: «Pues vas a pasarte la vida estudiando». Y es verdad, me he pasado toda mi vida estudiando
– ¿Qué percepción tiene de las nuevas generaciones en el mundo de la interpretación? ¿Qué le diría a un principiante?
– Maravillosa, he tenido la suerte de en la última cosa que he hecho en televisión, que ha sido El Ministerio del tiempo, he coincidido con actores jóvenes como Rodolfo Sancho, Hugo Silva, Nacho Fresneda, Macarena García… y me parece que está asegurada la continuidad. Uno cuando tiene mi edad y experiencia se piensa que es un todoterreno, con todos los adelantos, pero por el retrovisor ves a un Ferrari a toda velocidad. Pues esta es la misma sensación. Están preparadísimos y da gusto trabajar con ellos, ha sido una de las cosas más agradables.
Le diría que se prepare que esto es muy duro y que tenga vocación. No soy amigo de consejos, no me gustaban que me los dieran ni darlos. Hay quien tiene suerte y hay quien no, pero preparación y estudiar es lo primordial.
Jaime Blanch en el ‘Ministerio del Tiempo’.
– ¿Qué piensa que se podría hacer para promover y popularizar más el teatro?
Podemos echarle la culpa al Covid, a la crisis, a la guerra, pero lo que hay que pedir a las administraciones es que se ocupen de la cultura de verdad, que no sea un articulo de lujo sino una necesidad.
Desde que tengo uso de razón y en mi familia de actores, oí lo de la crisis del teatro. Hemos estado en una crisis permanente, toda creación debe estar en crisis porque eso significa evolución, pero pienso que los gobiernos nunca se han ocupado en serio por la cultura. Todos se ponen medallas, pero nadie se ha ocupado profundamente del teatro y de la cultura en general. Y de ahí ocurre que, en televisión, tú te pones a ver, ves los programas más vistos y te echas a temblar. Eso es un síntoma terrible. Y si la ayuda no viene desde arriba, que por lo menos no pongan palos en las ruedas, que no entorpezcan y que las ayudas no impliquen hacer lo que ellos quieran, que no sean dirigismos, eso no vale.
– ¿En qué proyectos estás inmerso en estos momentos y cuales quieres acometer en el futuro?
– Pues mira yo vivo en un pueblo de Gerona donde hay un centro cultural maravilloso con gente joven, que me parecen lo mejor, donde hay actores, pintores, músicos, escultores… Y ahí montamos funciones y yo las dirijo. Estoy preparando una función que haré yo personalmente con mi mujer, Marta. Voy haciendo obras, me distrae y me gusta. Respecto a otros trabajos, si vienen, bien y sino, también. Me han llamado para cosas y he dicho que no porque no me han gustado, no soy exquisito ni exigente, pero me tiene que motivar mucho ahora para trabajar.