Texto: Antonio Castro
En las memorias que escribió el año 1987, María Asquerino confesaba tener un carácter fuerte, como su madre. Y repasaba una vida dedicada a la interpretación siguiendo la estela de sus antepasados actores. María fue una mujer libre e independiente. No parece extraño teniendo una madre –Eloísa Muro- que se negó a darle el apellido del padre, poniéndole en cambio el de un señor mayor que vivía con ellas, Esteban Serrano. Pero nunca se ocultó que era hija de Mariano Asquerino, con quien su madre decidió no casarse.
Los Asquerino-Muro
Los padres y los abuelos maternos de María Asquerino fueron actores. De hecho su abuelo, César Muro, fue un tutor de la niña cuando la madre se iba de gira. El padre, para entonces, ya estaba emparejado con Irene López de Heredia. Eloísa Muro, la madre, fue primera actriz en el Infanta Isabel, en el Lara, en La Comedia… Gozó de una gran reputación artística hasta que tuvo retirarse con solo sesenta años porque comenzó a padecer una penosa enfermedad degenerativa. Por parte de padre, los Urdiain Asquerino eran más de la rama militar. Al padre de Mariano no le sentó muy bien que dos de sus hijos, Mariano y Matildita, se dedicaran a la farándula. La joven duró poco más de una década en el teatro pero su hermano Mariano fue un galán hasta su muerte. De él se decía que no sabía hacer personajes de pobre porque, si le quitaban el traje cruzado y el frac, era incapaz de actuar.
Hoy, tras la desaparición de María, el apellido Asquerino se acaba en el teatro español.
Teatro con los padres
La niña María vivió en los teatros desde que pudo andar. Así que su padre la metió en la compañía que había formado junto a Irene López Heredia para que hiciera pequeños papelitos, apenas figuración. Su madre también intentaba colocarla cuando era contratada para el cine o para el teatro. Tengo un reparto de La Comedia en 1939 donde, con una censurada Caperucita encarnada, ya aparece la niña. Pero Marujita Asquerino prefería decir que su auténtico debut profesional fue haciendo de botones en el estreno de Eloísa está debajo de un almendro (1940). Tenía trece años. Trabajando con uno u otro progenitor –acabaron llevándose razonablemente bien- fue escalando posiciones en el escalafón teatral y cinematográfico. Hasta que en 1951 protagonizó Surcos, una película española legendaria con la que consiguió un extraordinario éxito. Tras él nadie la llamó durante un año. Pero nunca le faltó el teatro: Madrugada (1953), Una muchachita de Valladolid (1957), El comprador de horas (1959), La cornada (1960), Espejo para dos mujeres (1965), Las tres perfectas casadas (1966), El sueño de la razón (1970).
Anillos para una dama
La noche del 28 de septiembre de 1973 fue la auténtica consagración de María Asquerino. Se estrenó en el Eslava Anillos para una dama, la obra de mayor éxito de Antonio Gala. María, como Jimena, la viuda del Cid, espléndidamente vestida por Elio Berhanyer, dejó a todos sin aliento. Y eso que, a priori, no parecían tener seguro el éxito. La entonces joven triunfadora Pilar Velázquez se contrató solo para un mes. A la vista del triunfo y la continuidad fue sustituida por Charo López. Esta comedia romántica acompañó a la Asquerino hasta los años ochenta. Después siguió trabajando en cine y teatro pero nunca revalidó el suceso de los famosos anillos. Motín de brujas (1980); La gaviota (1981); Las damas del jueves (1988); El león en invierno (1990); Perdidos en Yonkers (1992), Algún día trabajaremos juntas (1997) o Las señoritas de Aviñon (2001) fueron los títulos teatrales más importantes de su última etapa profesional.
El cine
En 1944 rodó su primera película como protagonista: Aventura. Pero habiendo participado en más de setenta producciones, María Asquerino no fue una actriz que lograra el estrellato en la gran pantalla. Ella misma, en las citadas memorias, afirmaba: En el cine he tenido mala suerte, auténtica mala pata. Por fas o por nefas, el caso es que el cine no me ha tratado bien.
Pero solo por Surcos merecería estar en la historia del cine español. En 1977 fue reclamada por un ya decadente Buñuel para Ese oscuro objeto de deseo. Su amigo Fernán Gómez le dio un maravilloso papel de reparto en Mambrú se fue a la guerra (1986). La noche del estreno, al terminar una escalofriante secuencia de María, el público rompió a aplaudir como si se tratara de un triunfal mutis teatral. Alex de la Iglesia le dio estupendos papeles en Muertos de risa (1999) y La Comunidad (2000). Pagafantas fue su último trabajo para el cine en 2008.
Una mujer independiente
María presumía de haber rechazo a Orson Welles porque empezó avasallándola. Pero con 17 años se casó con un galán, Alfonso Estela, viviendo un auténtico calvario y malos tratos. Lo abandonó relativamente pronto y ya no volvió a contraer matrimonio. Pero vivió grandes amores que ella relató en sus memorias. Fue musa de intelectuales y jóvenes airados. Umbral la definió como “nochatriz”. Nunca ocultó sus relaciones ni se jactó de ellas: se limitó a disfrutarlas mientras duraron. En una ocasión me contó que decidió contar con un joven amante actor cuando un día, al llegar a la discoteca Joy Eslava, el portero le dijo: Buenas noches, señora. Su hijo ya está dentro. Tuvo sus roces profesionales con autores y directores.
Algunos que escribieron memorias no se refieren a ella con elogios precisamente. Pero mantuvo el tipo durante sesenta años.
No lo pasó bien en los últimos montajes que hizo. Problemas de memoria, falta de audición y su carácter fueron escollos contra los que luchó para hacer Roberto Zucco (2005), Flor de Otoño (2005) y Tío Vania (2008). Las tres para el Centro Dramático Nacional, merecido honor a toda su carrera.
El año 2009 los compañeros de profesión le entregaron el premio a Toda una Vida. Anunció entonces su retirada definitiva. Había estado sobre los escenarios durante casi setenta años: toda una vida. El pelo rojo lo mantuvo casi hasta el final de sus días.
Dulce Nombre de María Serrano Muro (María Asquerino) había nacido en Madrid el 25 de noviembre de 1925. Falleció en la misma ciudad la noche del 26 de febrero de 2013.